El consumo frecuente de
azúcares, bebidas carbonatadas (tipo refrescos, zumos embotellados, bebidas isotónicas)
y abuso de alimentos ricos en ácidos.
La mala higiene oral: ya sea
por un mal cepillado o un cuidado dental insuficiente, sobre todo relacionado
con la falta de uso de métodos de limpieza interdental como hilo o cepillos
interdentales.
La herencia genética: aunque
la contribución es baja, la genética puede incrementar la susceptibilidad a
padecer caries.
Un pH bucal bajo.
Ciertos medicamentos:
especialmente aquellos que incorporan azúcares añadidos (sacarosa) dentro de
sus excipientes o los que reducen el flujo salivar como ansiolíticos,
antihistamínicos etc.
Tener los dientes muy juntos o
montados entre ellos.
Padecer periodontitis: los pacientes con esta afección tienen mayor riesgo de sufrir caries radicular..
